Bebo veneno con avidez,
vertiéndolo una
y otra vez
en esta verde copa.
Nunca me sacia,
mas tampoco
se acaba
esta ponzoña
que mi boca
disfruta.
Atrapo con la lengua
cada gota que huye
cada chorro que fluye
viscosamente hacia la Tierra
para que no se pierda.
Y río,
y lloro,
mientras mi corazón se corre dulcemente loco.
No, no me retiréis la copa,
pues
estoy sola.
Ella me sirve pseudoendorfinas.
Y trago,
profundamente,
hasta sentir la Muerte
en los dedos de mis pies.
Mientras,
me arrodillo
bajo el retrato inocente de tu mirada
indiferente
para que
mojada en veneno
No hay comentarios:
Publicar un comentario